ó El Mfnsaglro Bautista ,_______--------- || CAMPO BLANCO Es un hecho de importancia vital el cambio que como natural consecuencia de la convulsión intestina que ha sufrido nuestra Patria, se ha venido efectuando gradual e inevitablemente en todo el organismo social de la misma. Desde muchos puntos de vista, la vida de la república no es actualmente lo que fué hace-seis años, y, dentro de otros seis, tal vez, sera completamente diferente a la vida de hoy. No hay necesidad de argumentar sobre este punto por vía de convencimiento, el hecho está en pié, severo e inflexible. Todos, desde la más lujosa habitación hasta la más humilde choza. desde el más docto hasta el analfabeta han pensado en la situación, porque la han sentido. Unos con dolor, otros con despecho y otros con dulce complacencia, pero todos, todos han visto desplomarse la maquinaria social de antaño, como edificio destartalado y viejo, inadccua» do para contener la tempestad de un pueblo despierto y pujante de grandes aspiraciones. Podíamos decir que el viejo México ha muerto, todos han oido los estertores de agonía del paciente, lo han visto exhalar el último aliento, han asistido a su cepelio, todos saben que ese muerto no resucitará. Nos encontramos,, pues, frente a frente con un pueblo nuevo, un tanto aturdido por el fragor de la lucha; pero en cuyo corazón hay un cúmulo de posibilidades infinitas. Todos sabemos que la religión dominante en México por centenares de años, jamás satisfizo las necesidades espirituales de esc pueblo: demandar un rayo de luz a esa religión habría sido algo así como pedirle peras al olmo. Todo el pueblo vivió, durante el tutelaje omnímodo del catolicismo romano, en la ignorancia más completa de las verdades del evangelio. La labor de esa religión fué funesta, hundió a la mayor parte del pueblo mexicano en la más ridicula superstición, y a una gran parte de ese mismo pueblo que, por su talento natural o por medio de la luz de su culta inteligencia llegaba a descubrir Ja estulticia de sus patrañas, a estos, les precipitó al más negro escepticismo. No hay. sin embargo, necesidad de una- penetración extraordinaria para ver que el sacudimiento político que ha venido conmoviendo el alma nacional, volviendo y revolviendo los sedimentos hasta su fondo, ha venido haciendo una obra de depuración en muchos sentidos, supul-tando ideas añejas y subtituyéndo-las con novísimas ideas, despertando al pueblo de su apatía religiosa y poniéndolo en un estado de especulación. El pueblo ha despertado, ha sacudido el marasmo de sus necias preocupaciones, ha descubierto la insolencia de sus engañadores, y más que avergonzado de su conducta. se siente insultado en su dignidad como ser inteligente, sabe que