^Heralbü (Cristiatui "EL HERALDO CRISTIANO," Official organ of the Methodiet Church. Spanish Work in the Southweet. Editor. A. Náftes. Contributing Editora: Esequiel Alvirex. Raul Saletar. R. M. Diet. Bead P. Muñoz. Manager. Rev. Frank Ramoe. Published Monthly. Annual Suebecrtp-tion. 50c. Publication Office. P. O. Box 407S. San Antonio. Texas. Entered as second class matter March 25, 1989, at the post office at E! Pa^-. Texas, under the Act of March 8. 1879. NUM. 254 SAN ANTONIO. TEXAS. MAYO DE 1941 EPOCA II Co*we*dM - La Madre es a mis ojos la figura más grande, más noble y más hermosa de la creación; ella es la que anima, la que sostiene, la que consuela, la que sobre todo ama y perdona, que es la sublime misión de la mujer. Puede el hombre atravezar por los huracanes de la vida; puede sufrir el choque de las pasiones y sor amargado por los desengaños, puede combatir cuerpo a cuerpo con los mayores peligros, puede ser extraviado, por sus malas pasiones y pervetido por el contacto del mundo, pero jamás se borran de su alma las primeras ideas, cuyo germen ha depositado en ella la mano piadosa de su buena madre. De los pobres seres que no la tienen han salido siempre los grandes criminales, y esos monstruos de maldad, horror de la naturaleza y decimos de los hijos sin madre en absoluto, porque estarse sin madre asi moral como materialmente, pues hay mujeres que no merecen este nombre sagrado, aunque hayan dado a luz numerosos hijos. Los ejemplos de madres desnaturalizadas son raros, y en cambio la historia nos los ofrece repe-tidísimos de heroísmos matemos. La primera figura que se ofrece a nuestras miradas al empezar a distinguir los objetos, es la de nuestra madre, que se apoya en nuestra cuna y espía nuestra primera sonrisa. Crecemos y nuestra inteligencia se va desarrollando mirándola velar nuestro sueño, escuchando el dulce cantar con que nos arrulla sintiendo en nuestra frente el dulce calor de sus besos. Feliz la que ha conocido joven aún y hermosa a su madre, la imagen que guarde de ella en su corazón reune la perfección física a la moral, y cualquiera que sean las pruebas porque pase, hallará su refugio en aquel recuerdo incomparable. Pero ¿cuando puede una madre dejar de ser bella? jamás Ahora la veamos con los cabellos vestidos con el matiz de oro o de ébano de la juventud, ya blanco por la escarcha de la vida, la madre está siempre rodeada de una aureola de belleza y de poesía. La amistad, el amor mismo nos engaña muchas veces, solo el amor de una madre es infinito - como la clemencia divina. 'Cuan sublime es la misión de la madre' Ella es Página 2 la que lleva el peso de todos los cuidados de la casa, ella la que medita, la que desvela para que cada uno de sus hijos halle el bienestar según su carácter y sus aspiraciones. Aunque se halle dotada del organismo más es-quisito y más poético toma para si las mil pequeñe-ces materiales que fatigan su espíritu y que la hacen vegetar en las heladas regiones del positivismo, y como descanzo de sus continuas fatigas, se refugia en la región más apartada para orar, antes que por ella, por sus hijos que son la parte más querida de si misma. No es al padre a quien se confian los sueños dolorosos que a veces nos asombran, las iluciones de un amor naciente y las aspiraciones de gloria que al dar los primeros pasos en la senda de la juventud, se agitan en nuestro cerebro; es a la madre, porque la madre, aún más que aconsejar, adivina, consuela, comparte nuestras esperanzas y llora nuestras decepciones. Si por acaso la inteligencia de la madre no está al nivel de la de su hijo, siempre hay en ella bastante abnegación para comprenderlo así, y siempre halla recursos en su imaginación para analizar y dirigir el pensamiento de su hijo, y si la madre posee elevado talento, cuanto más grande es su sacrificio. A la vez que es madre, es mujer, es decir un ser sujeto a sueños é ilusiones; un ser apasionado sobre el cual ejercen una poderosa influencia los objetos exteriores, y por lo mismo experimenta muchas veces una vaga tristeza que disimula heroicamente para animar y consolar a sus hijos. Cuantas veces la madre tiene que combatir con su esposo empeñado en contrariar la vocación de su hijo, acerca de la carrera que ha de seguir, o la inclinación amorosa de una hija' Cómo suplica entonces, cómo emplea la doble elocuencia de su corazón y de su talento' Que inagotable es el manatial de su llanto. Que irresistibles argumentos halla. Feliz aquel que ha hallado una madre inteligente y tierna apoyada en su cuna' Feliz quien se apoya en este amor el más santo, el más sublime de todos. L en ciuc SOI । el i sior salí su L ado nes los > pen ■ ene | Cor । 1 unic de la mai zaci énfe la I : tfEdu de táci ¿ Cris de ; futu . y n 1 locc indi ■ pue la e de en ■ los Íy ei con l mos esfu nue del perc Sah de i Cris TUESDAY, MAY 4 * 2004