van Iwu la leyenda. El a de Abril deede un punto de vista netamente militar, es un laurel que podrían ceñir con honra las frentes nobles de loa caudillos más esclarecidos. (Aplausos.) : .H-ir.i.v ;• • r-, Difícilmente se encuentran militares que puedan captar en sus hojas de servicios el asalto de una.plasa; pups los asaltos, por lo regular, se resuelven; en derrotas. Basta hojear un compendio de historia guerrera para darse cuenta de los desastres que acarrean los asaltos. En 1588 fueron rechazados los ejércitos en el asalto de Berg-op-Zoom. En i6m intentaron tomar de nuevo esta plaza; pero, en lugar de obtener la revancha, experimentaron una derrota más considerable que la sufrida anteriormente, en 1791 fracasó Laudon en el asalto de Schweidnitz. El Duque de Brunswick fue rechazado dos años más tarde al querer tomar a viva fuerza la plaza de Bitch. El General Verdier no pudo tomar en seis meses, durante distintos asaltos, la ciudad de Zaragoza, y el mismo Mariscal Lannes no obtuvo la capitulación de esta ciudad épica, por asalto, sino después de seis meses de cerco inexpugnable, que desató sobre los soldados moribundos y la población asolada los horrores del hambre y de la peste. En Gerona, los Generales Duhesme y Saint Cyr intentaron sucesivamente varios asaltos, y se vieron obligados a retirarse y esperar las consecuencias de un sitio largo y tranquilo. Suchet fué derrotado en el asalto de, Valencia; el célebre “Manco” no pudo tomar Guadalajara; Clausell tuvo precisión de retirarse después del ataque de Constanti-na, y, por fin, el General Grant sufrió un descalabro en su primera tentativa de asalto a la plaza de Vicksburg. Son famosos en la historia militar los fracasos obtenidos en varias épocas por los asaltantes de las plazas de Francfort, de Soissons, de Badajoz, de Anvers, de Roma y de Toul. En los tiempos modernos hemos visto rendirse Puerto Arturo a los japoneses; pero no en virtud de un asalto victorioso, sino por el cerco terrible que hizo estallar en la plaza sitiada el azote lúgubre de las calamidades más crueles. En la historia de nuestra patria, Calleja no pudo tomar a Cuautla, ni Taylor a Monterrey, ni Negrete a San Luis Potosí, ni Uraga a Morelia, ni Lorencez a Puebla. El Mariscal Forey no logró obtener la rendición de González Ortega por asalto, sino por agotamiento. El mismo Morelos no logró apoderarse de la plaza de Acapulco en el primer asalto; sin embargo, este genio de la guerra disfrutó de una honrosísima revancha al obtener poco tiempo después, por asalto, la ciudad de Oaxaca y la propia fortaleza de Acapulco. -- Con estos ejemplos queda comprobado que el señor General Díaz, al asaltar Puebla, realizó una hazaña digna de figurar en la historia militar del mundo. Logró hacer en unas cuantas horas lo que otros genios no han podido alcanzar en centenares de días. Las armas republicanas, en aquella jornada, reunieron la apoteosis de la Estrategia en la apoteosis de la Patria. El señor General Díaz, en aquella fecha, no se conformó con salvar las instituciones, sino que las puso encima de un luminoso pedestal. La justicia no se limitó a obtener la victera^. sino que, a semejanza de la guerrera Pallas, derivé desde entonces su existencia de la olímpica testa de un Jove omnipotent» (Aplausos nutridos). ¿Y sería decoroso que nosotros, los qué ayer tocamos a diana, permaneciésemos mudos, como los cortesanos de Luis XVIII ante el recuerdo de Marengo y Austerlitz? La leyenda napoleónica quiso ser ahogada por la envidia de los Borbones, que confundieron la agonía de un régimen con la agonía de la verdad y se olvidaron de que las victorias de Bonaparte eran las victorias de la Francia. A nosotros nos está pasando lo mismo. Escatimar laureles en el aniversario ilustre, por fingir indife- rencia al viejo desterrado, es ofender a nuestro bravo Ejército, porque se arroja polvo sobre uno de .los mejp-res cuarteles de su blasón; es lastimar a la patria, porque se arranca con mano rabiosa y fanática una de las páginas más vibrantes de su Historia. ¡ Y bien, el recuerdo discutido. del Estadista os pertenec temporalmente, oh, politicos militantes! Podéis analizarlo sin piedad. Clavad en él vuestros escalpelos; partid sus músculos; romped sus arterias; descuartizad sus nervios....Pero inclinaos an- te el Guerrero, porque desde hace 45 años reposa en el regazo maternal de la República, y si alguien fuese a interrumpir su descanso, sería un infeliz Codro que mereciera más bien la risa que la cólera candente de JuvenaL (Voces: bien! bravo! Aplausos). Hace tiempo que algunos eruditos suscitaron ciertas rivalidades entre el Ejército del Norte y el Ejército de Oriente. Se hicieron entonces indebidos parangones entre Miahuatlán y San jacinto, entre la Carbonera y Santa Gertrudis, entre el asalto de Puebla y la rendición de Querétaro. Pero, afortunadamente, estos conatos de dis- • cordia no encontraron eco en las almas fuertes de los veteranos, quienes comprendieron que las hazañas de las diversas legiones no eran sino ramas distintas de un mismo laurel, bronces diferentes en un mismo crisol........ Glorificar el 2 de Abril, m> puede, por consiguiente, considerarse como despectivo para los otros héroes de nuestra segunda independencia, porque no se trata de la apoteosis de un Partido, sino de la apoteosis de la Patria! (Voces: bien! Aplausos). Este asunto es de obvia resolución, porque para fallarlo no se requiere dictamen de comisión ni repetidas lecturas. Se discute un problema de ingeniería, se estudia un caso jurídico, se medita sobre una cuestión social; pero las epopeyas tienen el privilegio santo de deslumbrar y repudian la indagación minuciosa de los gabinetes. La batalla de Salamina no se comprueba en archivos ni se detalla en bibliotecas: ¡LA POESIA NO NECESITA DOCUMENTOS! El 2 de Abril tiene la grandeza de haber penetrado en el alma apasionada de las multitudes y no saldrá de allí con sabias rectificaciones de eruditos. Los historiadores deben dedicarse al estudio de las cuestiones secundarias, a semejanza de los hortelanos, que sólo cultivan las plantas pequeñas: las epopeyas nacen y se desarrollan como las selvas, sin necesitar nunca del castigo encantado de la poda: se bastan a sí mismas; florecen y fructifican, bajo la caricia directa de la naturaleza. Pretender encauzar un torrente de sensaciones dentro del Reglamento de la Cámara es tan ilusorio como pretender encauzar en un canal el ímpetu desbordante del Niágara El 2 de Abril debe ser fiesta nacional, porque así lo siente la República. Esto se sostiene más bien con pasión que con razonamientos. A todos los fríos argumentadores se les puede contestar con las palabras de Ezequiel: “¡Arrancaré de su pecho el corazón de piedra y les daré un corazón de carne!” (Aplausos nutridos y prolongados). —El Ciudadano Secretario: ¿Se considera suficientemente, discutido?—Sí sé considera.—En votación nominal se pregunta si ha lugar a votar en lo general. Recogida la votación, resultó aprobado en lo general por unanimidad de 135 ciudadanos Diputados. En votación nominal se preguntó si había lugar a votar en lo particular. Se contestó afirmativamente, y recogida la votación, se aprobó en lo particular por unanimidad de 135 votos.—Pasa al Senado para los efectos constitucionales. (Voces: ¡bravo! Aplausos). El ciudadano Presidente nombró en comisión, para que lleven dicho Proyecto de Ley a la Cámara de Senadores, a los ciudadanos Nemesio García Naranjo, Benjamín Bolados, José María Lozano, Prisciliano Maldonado, Antonio Tovar y Prosecretario Melesio Parra.